Perdida en espacio y tiempo durante mucho tiempo, buscando ese mundo, esa felicidad de la que todos hablan, sin poder ver en realidad, lo que la rodeaba...
Alzaba la vista, pero seguía sin ver...
Cuántas vendas tenían sus ojos dormidos? Yo no lo sé..
Solo sé que ella naufragó y naufragó, entre mares despotricados de sal...
Solo sé que ella remó y remó hasta que sus brazos vencidos finalmente en el vaivén de la vida, pudieron llegar hasta la profundidad de esas sombras que tanto la entristecían...
Sombras profundas, tumultuosas, tan tupidas como la selva misma... El tipo de sombras que no solo enceguece el alma, sino el espíritu...
Cuánto camino recorrió sin poder ver más que sombras, sus propias sombras que la perseguían desde los más recónditos lugares de la vida...
Cuánto arrastró que se cubrió de polvo...
Tanto caminó enceguecida, tumultuosa, enardecida por el miedo a ver...
No muchos ven... Todos miran..
.He aquí el secreto de la vida...
Ella contando un día las horas del reloj no sé en que momento, lo descifró...
Emociones inigualables recorrieron su cuerpo... Su figura fue más imponente que nunca... Sus pasos, firmes y galopantes, resonaron con fuerza desde los sin fines de la tierra... Ve! Ella ve! ... Ve su alma desnuda, los cuerpos que la rodean, las alegrías y penas, la vida y la muerte...
Ella ve! ... ¿Cómo lo hizo? No lo sé... Sólo se que un día, el viento rozó tan fuerte sus mejillas que obligó a su miedo más profundo a ir abriendo los ojos a un mundo infinito...
No más sombras, no más figuras maléficas, solo colores, alegría, música y amor...
¿Cuánto amor puede entregar alguien, sino puede en realidad, verse?
Lo descifró... Una y mil veces, las que creyó necesarias...
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